Escribe acerca de la vez que te perdiste
‘Y como no sé exactamente dónde me perdí y qué fue lo que perdí, me ha costado mucho trabajo volverme a encontrar’
Actualmente tengo 33 vueltas al sol. Llevo, probablemente, las últimas 10 vueltas cuestionándome cómo me convertí en la adulta que soy.
A lo largo de esos 10 años, he caído en la cuenta de que me perdí hace mucho. Me perdí a mí misma, tal vez desde niña. Y como no sé exactamente dónde me perdí y qué fue lo que perdí, me ha costado mucho trabajo volverme a encontrar.
Cuando empecé a leer filosofía y hablaban del ‘sistema’, no entendía nada… repetía sistemáticamente en mi mente lo que había escuchado sobre estas personas que todo se cuestionan: «estos de izquierda. Estos radicales. Estos hippies». Conforme han pasado los años de mi vida, he comprendido qué es «el sistema» y cómo nos moldea, a pesar de…
A pesar de nuestra personalidad. A pesar de nuestra naturaleza. A pesar de nuestro instinto. A pesar de la curiosidad nata del ser humano.
Obviamente, desde que me cuestiono todo esto, la gente cree que soy hippie. No importa. Me gusta ser esa clase de hippie.
Pero volviendo al tema: esa vez que me perdí… Probablemente fue desde niña. Recuerdo haber sido una niña callada pero curiosa. De movimientos lentos, pero pensamiento acelerado. Decidirme a hacer algo me llevaba una eternidad, pero una vez haciéndolo – entrando al flow– lo terminaba rápido. Escuchaba más de lo que hablaba, y observaba más de lo que participaba. Era muy consciente de mis pensamientos y mis decisiones, y proyectaba a futuro lo que quería hacer. Mi cabeza siempre estaba a todo vapor, imaginando miles de cosas. Solía soñar mucho despierta. Me gustaba estar sola y encerrarme a pensar en espacios pequeños y acogedores: los clósets, el vestidor, abajo de la cama. Por eso mi mamá, a la fecha, me dice «ratón».
LA AMBIVERSIÓN
En la búsqueda de mi verdadero yo, pude describir parte de mi ser como «introvertida». En el sentido bonito del concepto, porque supe quitarle esas etiquetas -«tímida, insegura, antisocial»- que la gente [el sistema] nos ha colgado a los introvertidos y que nada tienen que ver.
Y entonces ya sé que ahí me perdí. Al menos una parte de quien era, y me forcé a no ser «tímida, insegura, antisocial» [cosa que, viéndolo bien, son palabras que nunca me han descrito] y luché por ser «extrovertida». Uffff… que cansado. Tantos años luchando contra mi naturaleza me llevaron a una época de mi vida con crisis de ansiedad y depresión, así de fuerte la cosa.
Y claro, después de tantos años «aprendiendo» a ser alguien diferente, no ha sido fácil regresar a ser quien fui. Probablemente nunca suceda, y no pasa nada… porque es lo que me tocó vivir en esta vida. Ahora, en ese sentido, me defino como una ambivertida, y está muy bien así.
LA CREATIVIDAD
Como buena introvertida, vivo en mi cabeza. Y mi cabeza siempre está en marcha y casi siempre, a tope. De pequeña, siempre estaba viendo qué crear. Por suerte tuve una mamá que me metió mucho a las artes: que si clases de dibujo, que si clases de masa, que si música – aunque la guitarra no fue mi amiga, a pesar de tener dedos largos.
Y siempre fui curiosa: ¿cómo, por qué, cuándo, y qué pasa si?…
Me parece muy interesante el hecho de que los grandes avances de la humanidad surgieron gracias a la gente curiosa y creativa, y a la vez ‘el sistema’ tenga tan tachados y controlados a los curiosos y creativos. Probablemente porque a veces parte del proceso creativo requiere cuestionar y destruir lo que existía, y a la gente no le gusta perder esa certidumbre que da lo conocido.
«Ya estate en paz», «ahí vas de curiosa, deja ahí», «¿y ahora qué estás inventando?», «aterriza la mente y ponte a hacer algo de provecho». Esas fueron las frases que fui escuchando mientras crecía, hasta que dejé de crear. Dejé de dibujar, dejé de escribir, dejé de soñar; y empecé a «controlar» a mi mente y a encaminarla hacia actividades «realistas». Dormí por completo ese ser creativo, le amarré las manos y lo justifiqué diciendo: no hay tiempo para ese tipo de «hobbies».
Hasta hace un par de años, decidí despertar a «la bestia». La bestia que me estaba carcomiendo los sesos por tenerla encerrada. Porque no siempre fue bestia: siendo libre se convierte en algo bueno, divertido, explosivamente feliz. Y la pasamos muy bien juntas.

LO QUE FALTA
Todavía me siento perdida, y en mis cavilaciones he concluido que así será siempre. Por el simple hecho de ser. Vivo en el ‘sistema’ y estoy constantemente rodeada de otros seres que me moldean y me transforman, que a veces me hacen sentir perfecta tal cual soy y a veces no tanto, y me pierdo en la búsqueda de ser quien tenga que ser para encajar.
Pero les puedo aconsejar algo: búsquense. No sé de quién ni de dónde saqué el consejo de buscarme en mi niñez, pero fue un muy buen consejo porque sí: AHÍ ES. Ahí es donde fui mi «yo» lo más natural y real, más espontáneo y menos influenciado.
Y hacerle honor a ese ser tan limpio y natural, es una forma de vida deliciosa.
4 respuestas a “8vo Reto”
Me encanta leerte por que me haces viajar e imaginarte haciendo todas esas cosas, me consta que toda tu vida has creado, recuerdo cuando querías ser diseñadora y me encantaban tus diseños
No dejes de soñar, de crear y hacer todo lo que te gusta
Te quiero mucho 😘
Me gustaLe gusta a 1 persona
Que bonito leerte tía ♥️ y saber que recuerdas mis diseños!
Yo también te quiero!
Me gustaMe gusta
De lujo como siempre leerte 😍
Me gustaMe gusta
Gracias mi coi ♥️
Me gustaMe gusta